Conocer una serie de recursos disponibles que podemos usar para dar respuesta a los errores, ya sea de manera individual o combinada, tanto en el colegio como en casa, se convierte en una gran ayuda para adaptarnos al alumno, situación y materia.

A partir de estas vías de corrección que propongo, podremos experimentar y descubrir otras que se adecúen más a nuestra situación. La principal razón por la cual no hay un método que sea infalible en todas las situaciones es, simplemente, por el hecho de que cada niño es diferente, cada situación es diferente (social, desarrollo cognitivo, desarrollo natural del alumno…) y dentro de todo ello, cada persona actúa de manera distinta dependiendo del contexto.

Aspectos acerca del alumndo

Rodeando a los errores y su corrección debemos tener en cuenta varios aspectos:

Motivación

Es importante estudiar cómo la corrección puede afectar a la motivación de los alumnos, en algunos casos nos será de mayor ayuda evitar la sobrecorrección (concepto que depende de cada alumno) para evitar que su motivación descienda y, de este modo, pierda las ganas y el interés en seguir intentando y aprendiendo. Es crucial presentar los errores con normalidad y proponer diversos mecanismos que mantengan la motivación del alumno para seguir aprendiendo.

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Autoestima

Tenemos que encontrar el equilibrio para que el alumno no tenga la sensación de tener muchos errores. Este aspecto parece obvio pero muchas veces no nos damos cuenta, corregimos y remarcamos los errores sin llegar a percibir que está afectando al alumno.

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Capacidad de asimilación

El alumno según va avanzando en su aprendizaje va desarrollando su capacidad para asimilar los errores, esto quiere decir que podrá procesar más correcciones a la vez y de mayor complejidad. Un niño de siete años no asimilará un error gramatical si le añadimos otros dos o tres errores de distinta naturaleza en la misma oración.

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Prioridad de los errores

Hay que tener en cuenta qué errores debemos corregir y hacer que nuestros alumnos adquieran antes de pasar a otros más complejos. No podemos pedir que un alumno entienda las llevadas en una resta si aún no ha adquirido el proceso de la resta en sí.

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Estos son, a grandes rasgos, algunos de los aspectos a tener en cuenta para planificar la corrección. Para ello hay que adaptarlos y estudiarlos para aquellos aspectos en particular que van a ser objeto de corrección.

Todo ello sumado a varios factores nos va a dar una guía de cómo proceder. En ningún momento se indica para cada uno cuál es mejor o peor, simplemente se ofrece un repertorio y se incide en la idea de estudiar y proceder con el que se adapte mejor a la situación. A continuación presento una breve introducción a estos factores:

¿Quién va a corregir?

Podemos llevar a cabo desde autocorrección hasta corrección en gran grupo, pasando por corrección en parejas, por grupos, corrección del profesor…

El tipo de corrección nos ayudará a mantener los niveles de motivación, implicación y seguridad en puntos óptimos para el aprendizaje. La principal razón es porque si introducimos en algunas sesiones la autocorrección, los alumnos serán conscientes de sus errores y no se sentirán inseguros al no compartirlo con los demás compañeros.

La corrección en parejas permite un ambiente distendido entre los alumnos y al tener otra tarea que no es la propia, la corrección será más eficaz.

Si hacemos una corrección por grupos y posteriormente nos aseguramos mediante una corrección en gran grupo, los alumnos compartirán ideas y razonamientos para soportar sus propuestas. De este modo ellos aportan un tipo de razonamiento y un contexto más apropiado ya que tratan entre iguales y, por tanto, se potencia el nivel de comprensión.

Cuando corregimos en gran grupo hay que evitar situaciones en las que el alumno se pueda sentir incómodo, violento o inseguro e incluso cuidar mucho nuestra forma de comunicarnos con cada uno de ellos. Las bromas que podamos gastar a uno pueden hacer que a otro le provoquen inseguridad o vergüenza. Nuestra labor es ayudar al tímido a relacionarse, al introvertido a expresarse, etc. tanto en la corrección como en cualquier aspecto de nuestra práctica.

¿Cómo vamos a corregir?

¿Vamos a corregir los errores y decirle el fallo al alumno? Suele ser la práctica más común tanto en el aula como en casa, pero hay variantes que pueden ayudar a desarrollar otras capacidades en los niños.

Una posibilidad es indicar al alumno una parte donde ha cometido un error (una oración, una operación, un esquema…) y darle tiempo para que el mismo repase el conjunto y encuentre el error. Esta práctica le permite percibir el error como parte del todo y continuará completando sus esquemas mentales.

Podemos añadir anotaciones para dar una pista sobre qué tipo de error se ha cometido como, por ejemplo, indicar gr si es un error de gramática, sp si es un fallo en la escritura de una palabra, op si tiene que ver con una operación… de este modo guiamos un poco más al alumno para que le sea más fácil localizarlo.

Un tipo de corrección que se suele dejar de lado es evaluar únicamente el resultado final ignorando el proceso en su conjunto, pero en muchos casos puede ser de gran utilidad. Si realizamos una gymkana, escape room o juego de pistas los niños únicamente necesitan conocer el producto final para pasar a la siguiente parte, por tanto, tanto en grupo como de manera individual, les damos libertad para que usen las herramientas que consideren más apropiadas para ese propósito y aprenden a usar las herramientas que previamente han adquirido.

Este último tipo resulta útil también cuando estamos enseñando a utilizar ciertos instrumentos como calculadoras, diccionarios o instrumentos de medida. Si, por ejemplo, ponemos una serie de sumas para que usen la calculadora, no tiene sentido mirar que indiquen las que se llevan o, si pedimos que busquen palabras en el diccionario podemos comprobar que la definición coincide con el término y obviar si está bien o mal escrito.

¿Qué vamos a corregir?

Tenemos que tener muy claro lo que vamos a corregir, es decir, si nos centraremos en gramática, vocabulario, operación, resultado… y dentro de ello si calificaremos el total de la gramática, por ejemplo, o solo aquello que acabamos de aprender para reforzarlo.

Si corregimos todo de distintos aspectos a la vez, como puede ser todo lo relacionado con gramática y vocabulario, podemos provocar que el alumno no consiga manejar todo de una y acabe por no adquirir los conceptos. Para una corrección como esta conviene dedicar una sesión a corregir una redacción, historia o escrito, de esta forma podemos, dentro de la corrección, subdividir los errores y dedicar tiempo suficiente a todos y cada uno de ellos.

Es conveniente que los alumnos sepan de antemano qué vamos a corregir, de esta forma, prestarán mayor atención en su tarea y afianzarán los contenidos. Sumado a ello, a la hora de la corrección serán más conscientes ya que están más involucrados en la tarea. Si graduamos estos errores que vamos a corregir con una rúbrica, les daremos la oportunidad de enfocarse en esos aspectos de la actividad a los que hemos dado mayor importancia.

¿Cuándo vamos a corregir?

Aquí a grandes rasgos podemos diferenciar tres tiempos:

  1. Al principio. Podemos introducir a los alumnos errores sobre lo que van a aprender que se suelen cometer al inicio, de este modo les invitamos a prestar mayor atención a esos aspectos en particular.
  2. Durante la práctica. Si observamos un error de un alumno podemos indicarlo para todos en la pizarra, por ejemplo, de este modo todos comprobarán que no lo han cometido y lo incluirán en su esquema mental relacionándolo con la actividad.
  3. Al final de la práctica. La corrección final se enfoca a explicar y corregir cada uno de los errores que se han cometido y la presentación de la forma correcta pero, además, conviene presentar un resumen de los errores más comunes como trabajo de recuperación. Es decir, recopilamos todos los errores y observamos los más generalizados o los que resultan interesantes de explicar y los presentamos a la clase, incluso podemos permitir que ellos aporten su visión sobre ellos.

¿Qué aspecto quiero resaltar?

Es importante saber qué aspecto debo resaltar a la hora de corregir.

Si estoy corrigiendo divisiones, quizá debo centrarme en que se nos ha olvidado bajar un número del dividendo y ello ha propiciado el resto de errores.

Escribiendo una redacción donde vemos minúscula después de punto, lo que me interesa no es que escriba mayúscula (que sería lo gramáticamente correcto), si no que comprenda la idea de que después de punto se empieza con mayúscula.

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Como idea principal debemos tener el equilibrio entre las emociones y la seguridad del alumno y la corrección para que aporte beneficios y no suponga o, en cualquier caso minimice, los aspectos negativos.

La idea de quitar ese estigma al error y aportarle el sentido que realmente tiene dentro de todo el proceso enseñanza-aprendizaje debe ser el centro de la corrección. Tenemos que permitir a cada niño equivocarse y adaptar con estos aspectos nuestra respuesta ante errores para permitir que sus esquemas se vayan completando poco a poco mediante un ambiente de confianza y sobre todo seguridad en uno mismo.

David

Maestro de educación primaria, especialista en lengua extranjera (inglés). Habilitado para impartir asignaturas en lengua extranjera. Amante de la magia e interesado en la comunicación, motivación y tratamiento del error.

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