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El error
Cuando hablamos sobre el error nos referimos, generalmente, a una equivocación o algo que se sale de la norma marcada. Pero ¿podemos referirnos a los errores en términos de correcto o incorrecto únicamente?
Para comenzar, me gustaría resaltar los términos que en lengua inglesa se utilizan para referirnos al error, en ellos encontramos un matiz importante cuando hablamos sobre este aspecto:
- Por un lado tenemos el término mistake que se refiere a errores cometidos cuando somos conocedores de la norma, es decir, sabemos que está mal pero quizá por una falta de concentración o un despiste hemos cometido dicho error. Tenemos el conocimiento pero hemos cometido un error por cualquier otro factor diferente.
- Por otro lado tenemos el término error. Aquí nos referimos a errores cometidos por la falta de conocimiento. No somos conscientes de la norma y por ello cometemos el error, no está relacionado con un despiste puntual.
Si tenemos en cuenta este aspecto referido al conocimiento de normas y reglas, enseguida deducimos que no siempre es útil corregir todos los errores o, al menos, no de la misma manera.
Aquí entra de nuevo el concepto de motivación. Debemos corregir teniendo prioridad el autoestima y la confianza de nuestros alumnos en sí mismos.
Dentro del concepto de error también se suele encontrar el matiz de “incorrecto” pero, ¿hasta qué punto cada vez que fallamos es totalmente incorrecto? Si preguntamos acerca del deletreo de una palabra en inglés, por ejemplo, “house” y obtenemos dos respuestas: la primera O-U-S-E y, la segunda J-A-U-S, ¿podríamos evaluar ambos casos como “igual de incorrectos”? ninguno es correcto al 100%, no obstante, uno sigue siendo más correcto que otro.
Visto esto debemos aprender a graduar cada tipo de error y evitar de entrada la connotación negativa.
Predisposición hacia el error
Después de preguntar a docentes y padres, observé que una gran mayoría se refería al error en términos de descuido, falta de conocimiento, mal aprendizaje, desatención y un largo etcétera. ¿Qué ocurriría si diéramos la vuelta a esta concepción del error? Si los niños toman este concepto de descuido, mal aprendizaje… verán el error como algo a evitar cuando, en realidad, debemos animarles a investigar, probar e indagar.
El error es una incorrección pero también es algo inevitable. Los niños deben verlo como un aspecto más del aprendizaje, es decir, puedo equivocarme y probar a ir más allá de mis conocimientos porque me va a aportar información nueva que desconozco.
Los niños están siempre curioseando y en numerosas ocasiones nos plantean cuestiones que a nosotros no se nos ocurrirían. Tal vez muchas veces no estén en lo correcto en el fondo pero sí en la forma, es decir que, aunque no consigan un resultado esperado o una respuesta correcta, tal vez desarrollen procesos que sean valiosos.
Esta visión del error está conectada con la motivación. Los errores afectan a la autoestima y a la confianza si no sabemos cómo manejar esas situaciones.
Como docentes y padres vamos a observar situaciones donde nuestros alumnos o hijos afrontan errores y debemos ayudarles a actuar de una manera que les beneficie a corto y a largo plazo.
Si tomamos el aprendizaje como un camino, el error nos va señalando por dónde debemos ir y además, nos permite pensar alternativas descartando aquellas que no funcionen.
¿Cómo podemos cambiar la concepción de error para favorecer el proceso de aprendizaje?
Para actuar de una manera óptima ante un error de nuestros alumnos o hijos, en primer lugar, tenemos que ver el error desde su punto de vista y no desde el nuestro. Generalmente los errores que cometen los niños, a los adultos nos parecen muchas veces cosas obvias pero no debemos olvidar que ellos aún no han recorrido ese camino.
Primero tenemos que pararnos a considerar la importancia o el peligro que puede derivar de ese error. Una vez hayamos considerado esto, debemos evitar situaciones que provoquen en él situaciones de estrés o rechazo a equivocarse.
La principal razón es porque el niño va a buscar en el adulto la información que desconoce o una manera de comprender qué ha pasado, por esto debemos dialogar con ellos y hacer que ese error que ya ha ocurrido sirva para algo. De este modo conseguimos dos cosas, por una parte que el niño aprenda sobre esa situación y, por otra, que el niño tenga confianza en nosotros, en sí mismo y ello le brinde la oportunidad de seguir experimentando y aprendiendo.
Evitar la prohibición
Pero ¿por qué es tan importante dialogar con ellos en lugar de prohibir o decir “no hagas esto”? Muy simple, el cerebro no termina de procesar la negación cuando recibe una frase del tipo “no toques eso”. El acto reflejo tras oír esa oración es querer tocar y nos sale de manera involuntaria.
Se puede realizar un experimento muy simple: decimos a alguien que no nos mire los zapatos y mientras lo intenta le preguntamos qué siente. En la gran mayoría de casos esa persona nos contestará que de repente siente muchas ganas de mirar, esto se debe a lo que comentaba anteriormente, el NO solamente refuerza lo que aparece después de esa negativa.
Dialogando con los niños conseguimos, tal vez no frenar, pero si encontrar una justificación y hacerles conocer por qué conviene o no llevar a cabo determinados actos.
Como docente, una parte de mi labor es corregir actividades, ejercicios y proyectos para que mis alumnos puedan mejorar y adquirir conocimientos. Si sumamos esto a mi labor de enseñarles y mostrarles herramientas para resolver situaciones, no tiene ningún sentido ver cada error como algo negativo en el proceso.
Prácticas para corregir errores
Pero ahora que ya hemos analizado la concepción del error, es importante cómo evitar que se desarrolle ese miedo a equivocarse. Para ello daré unos pequeños consejos para la corrección de errores, en este caso, en la enseñanza de cualquier lengua pero que en muchos casos pueden aplicarse en otros ámbitos.
Debemos hacernos varias preguntas:
- ¿Quién va a corregir?
- ¿Cómo vamos a corregir?
- ¿Qué vamos a corregir?
- ¿Cuándo vamos a corregir?
- ¿Qué aspecto del error queremos resaltar?
Todas estas preguntas nos llevarán a utilizar autocorrecciones, correcciones orales o escritas, saber si corregir todo o solamente enfocarnos en un aspecto y un largo etcétera.
En otro post nos centraremos en los modos de corregir que podemos encontrar partiendo de estas preguntas y las razones para usar unos u otros.
El único error que no podemos permitirnos es no aprender de ellos.